El proyecto surge de pensar en un edificio que albergue programas diversos para la integración social y para fortalecer la identidad barrial. El edificio se concibe entonces como un espacio para la cultura, el aprendizaje y el intercambio.
La idea del edificio se centra en la importancia del recorrido y en la continuidad entre los espacios. Es una pieza única de hormigón que se levanta hacia una de las calles generando un nuevo espacio público: un playón recreativo que funciona como lugar de encuentro e intercambio, donde los vecinos pueden participar de las actividades que allí se llevan a cabo. Así, se busca reforzar el rol social y educativo del centro cultural y lograr una continuidad espacial entre el espacio publico y el edificio.
Dicha continuidad también puede verse en el interior. El edificio se organiza en 4 niveles articulados por un vacío que proporciona diversas situaciones de interacción, donde las circulaciones dan vida a este gran espacio que nunca deja de conectarse. Además la morfología del edificio enfatiza la idea de recorrido que organiza todo el programa.